En las computadoras es muy fácil abrir varias aplicaciones, tener muchas pestañas del navegador abiertas e ir saltando de una aplicación a otra.

Sin embargo, al menos para mí, es muy tedioso trabajar sin mantener el foco en algo específico, puedo estar horas saltando de un tema a otro, haciendo varias cosas y aun así sentir que no logré completar nada útil al finalizar el día.

Necesito concentrarme en algo específico, dedicarle esfuerzo y terminarlo.

Suena muy sencillo cuando lo escribo de esa forma, pero lo cierto es que para mí concentrarme en una sola cosa y no dispersarme me resulta desafiante, y no puedo hacerlo sin algo de esfuerzo.

Con el tiempo, me di cuenta de que me resulta difícil mantener el foco porque eso significa que tengo que decirle que no a muchas cosas. Cosas que generalmente no son importantes, pero que parecen más interesantes y divertidas de hacer. Así que cuando salto de una aplicación a otra por lo general lo hago porque me quiero escapar o estoy frente a una tarea que no está muy bien definida y parece imposible.

La buena noticia es que muchos libros de productividad atacan este problema y te recomiendan cosas para resolverlo.

En mi caso, para no caer en distracciones y poder dedicarme a realizar tareas útiles me sirve hacer lo siguiente:

  • tomar notas de las tareas que quiero hacer en el día, antes de ponerme a trabajar.
  • dedicarle tiempo sin distracciones a cada tarea, una a la vez.
  • descansar cada tanto (cada hora o cada 30 minutos).
  • quitar y poner tareas nuevas si surge alguna urgencia o cambio de plan.

Es decir, al comenzar el día sé en qué me gustaría invertir mi tiempo. Si surge cambios me adapto, pero quitando tareas si es necesario, mis listas no crecen durante el día: si entra una tarea, tengo que quitar otra.

Esta tarea de describir qué quiero hacer lo hago directamente en papel, porque el papel tiene algunas limitaciones que me ayudan a ser expeditivo: el papel me impide reordenar, acumular, reescribir, taggear etc… esas restricciones también me sirven para saber que no puedo hacer muchas tareas por día, apenas las que caben cómodas en una hojita de papel tipo A5.

Y el hecho de que no estén en la pantalla también me ayuda a distinguir con claridad en qué momento estoy “planificando” y cuando “realizando” tareas.

Luego, al momento de hacer tareas, comienzo por la primera que aparece en la lista y busco completarla en 30 minutos. Trato de no dar vueltas con esto, ni elijo demasiado, la motivación para hacer cosas la encuentro cuando estoy avanzando.

Con respecto al tiempo, hice un temporizador externo para ser consciente del tiempo que quiero estar sin distraerme a mí mismo y evitar escaparme de la tarea.

En algún momento voy a escribir sobre cómo lo armé, pero la idea es simple: tiene un botón que comienza a contar 25 minutos y luego hace un ruido cuando finaliza.

Con los años, aprendí a describir las tareas de forma tal que las pueda hacer en ese tiempo. Las tareas que me propongo son específicas y suelen ser sub-tareas de un objetivo más grande, sin embargo nunca me pongo a trabajar en algo sin antes haberlo dividido en tareas más pequeñas.

Y claro, como anuncia el título de este post, las tareas las hago siempre de a una a la vez.